Hola de nuevo.
Hoy vamos a contar la historia de este arce palmatum grande, muy grande.
Llego a mis manos hace 17 años y enseguida encontró un sitio donde lo cuidaron y dieron mimos.
El arce; lo vamos a llamar Gulliver, vivía placidamente en una gran terraza con vistas a la ria, protegido del frío y del viento, con sombrita en las horas mas calidas y claro siguió creciendo y engordando de tal manera que agarro sobrepeso. No había hijo de madre que pudiera con él. Buscar maceta adecuada hace 15 años era difícil y caro. Se comía sacos y sacos de akadama y la terraza se convertía en una guarreria cada vez que el Gulliver necesitaba zapatos nuevos.
Su papá decidió entonces un cambio de aires para el grandullón. Ya era hora de emanciparse así que lo saco del tiesto y lo puso en el jardín pensando que Gulliver se adaptaría a su nuevo hogar, pero; de eso nada.
El lugar era un secarral en verano. Las bellas hojas del arce se quemaban una y otra vez. La tierra, una arcilla pegajosa que no permitía drenar el agua que sobraba lo cual provoco que en un par de años el árbol empezara a secar ramas. La ramificación se fue debilitando. El ápice era un desastre.
En pocas palabras. Gulliver estaba agonizando. Varios litros de bioestimulantes después, el amo se decidió a sacar al arce de su sepultura. Sus raíces daban pena. El 80 % estaban muertas, ahogaditas las pobres de estar encharcado.
Envolvió a Gulliver en unas toallas húmedas y emprendió el viaje de regreso a su antiguo hogar. Por Dios.
Una poda por aquí paso María ( mas o menos a la remanguillé ) para equilibrar el vigor. Un tiesto profundo y amplio para su cuerpo.
Grava volcánica en el fondo y luego akadama con algo de pomice. Aprovechamos a lavarle los pies con un buen fungicida, ya sabéis, por si el Fusarium y demás.
El pobre Gulliver había perdido peso pero había ganado un poquito de su antiguo esplendor. Necesitaba perder altura pero era arriegado someterlo a un cambio de apice ya que las ramas existentes son demasiado gruesas y horizontales. Confiaremos en los nuevos brotes.
Pues nada: El amo de Gulliver ha prometido contarnos como termina el cuento.
Saludos