Hola de nuevo.
Estamos a últimos de Junio y hace mucho calor. Lo mejor que podemos hacer una vez que hemos regado nuestros bonsáis es ir de excursión con el bocadillo y los amigos.
A más de 1400 metros de altura después de andar durante varias horas llegamos a un lugar mágico. Al fondo vemos los picos de las montañas, incluso podemos ver el mar.
Entre las rocas enormes asoman tejos de todos los tamaños con formas increíbles y un vigor exagerado.
Los tejos crecen de forma aislada ya que las semillas se dispersan mediante la ingestión de los frutos por parte de los pájaros.
La parte carnosa roja de los frutos es lo único comestible del tejo. Todo lo demás es toxico. Los pájaros ingieren los frutos y expulsan las semillas que caen aleatoriamente en el suelo.
En muchas culturas el tejo es un árbol de primer orden. Una razón es su longevidad.
Este que vimos tenía más de 5 metros de perímetro y se le calcula unos 1000 años de edad.
Otras razones son: La capacidad de rebrotar incesantemente aún después de caído, el follaje perenne, la dureza pétrea de su madera y su increíble elasticidad, el color rojo que esta madera toma en sus heridas recientes, que se parece asombrosamente a la sangre y que además es venenoso.
Muchos pueblos consideran al tejo sagrado y un árbol a caballo entre la vida y la muerte de aquí la costumbre de plantar tejos en las iglesias, cementerios…
Es curioso ver como en estas laderas conviven los tejos con las hayas. El yang y el yinn , lo masculino y lo femenino.
Mientras preparo esta entrada he tenido una visitante.
Los tejos están protegidos ya que es una especie en serio peligro de extinción. Necesitan muchos años para crecer y engordar.
Sin embargo se obtienen fácilmente de estaca y cada vez hay mas ejemplares de vivero que sin tener la pinta espectacular de un yamadori pueden llegar a ser ejemplares muy dignos.
Nuestra especie es el Taxus baccata y la especie oriental Taxus cuspidata o Ichii . No puedo evitar poner este magnifico ejemplar de cuspidata propiedad de Luis Baliño.